Mi exposición de este mes será sobre el atentado en Bogotá (Colombia) en la academia de policía, General Santander que hay al sur de la ciudad. He de aclarar que solo recibí el vídeo que refleja instantes después los destrozos del atentado, algunas fotos sueltas y al día siguiente recibí un recorte de prensa hablando del atentado. Datos insuficientes para realizar un análisis objetivo pero suficientes para exponerlo como ejemplo de lo que escribo a continuación.
El lugar era una academia de policía, el autor pertenecía al ELN (Ejército de liberación Nacional) pero donde operaban, al menos el brazo del ELN (frente Domingo Laín Sáenz) que atentó en dicha academia es en Arauca, zona fronteriza con Venezuela donde atentan contra instalaciones petrolíferas. Quién cometió el atentado era conocido por las Fuerzas y Cuerpos de seguridad de Colombia, es un activista que perdió su mano derecha manipulando explosivos entre el 2008 y el 2010. José Aldemar Rojas Rodríguez, colombiano.(1)
El atentado lo podemos calificar de suicida, ya que el autor del atentado iba dentro del vehículo cuando este estalló.
Pero ¿qué falló?.
Creo que poco se pudo hacer, había un acto público, había promoción de cadetes y oficiales, por lo que era un acto abierto aunque no a todo el público, cuando el vehículo se acercó con los 80 kg de explosivos a bordo un perro de la unidad de explosivos lo detectó y dio la alarma, el conductor aceleró llevándose por delante a un policía y haciendo explotar el vehículo con él dentro, el resultado 21 muertos hasta la realización de este artículo y más de 60 heridos de distinta consideración.
Es muy fácil realizar una crítica sobre lo que pudo fallar, podemos comentar que quizás no había inhibidores o que la barrera estaba abierta, pero si pensamos esto debemos pensar que quizás para hacer detonar el explosivo usaba un cable conectado a la carga y al detonador. Por lo que el inhibidor quizás no sirviera de mucho, al ser un acto protocolario había más seguridad, pero también más paso de personas por lo que el acercamiento de un vehículo podía entrar dentro de la normalidad.
En este caso lo único que podía dar un poco más de seguridad hubiera sido un “corredor con toperas de hormigón” en zig zag para obligar a un vehículo a ir despacio o una especie de esclusa con dos barreras y dos filtros de policías uno en cada barrera, pero para evitar este atentado ya es demasiado tarde.
Colombia tiene una muy buena defensa contra el terrorismo, sus frentes abiertos con el narcotráfico y con las guerrillas les coge más que preparados para hacer frente a este tipo de actos. Lo que nunca llegaremos a saber es cuando decide un terrorista llevar a cabo un ataque.
Algo que aprendí fueron las explicaciones del jefe del grupo de comandos donde estuve, “para evitar sorpresas en un ataque, tendréis que pensar como un terrorista”.
Muy fácil en la teoría pero muy complicado en la práctica, mucho más cuando la tendencia no es pensar como ellos.
Llevo 20 años en seguridad privada, realizando una inspección por el sitio a proteger de un cliente le dije a un compañero que me realizara una evaluación de riesgo en caso de intrusión. Cuando la realizó y me la pasó estaba bien hecha pero le dije que no había pensado como un ladrón que deseaba entrar, sino como un vigilante de seguridad que su trabajo es proteger el lugar donde se encuentra.
Muchas veces la monotonía dentro de los servicios de seguridad es un enemigo a tener muy en cuenta, más cuando se protege una instalación crítica.
El atentado de Bogotá me trajo a la mente la fragilidad que existe entre un trabajo bien realizado y un trabajo realizado bajo la acción rutinaria de un día a día que deja el estar alerta en un segundo plano.
Pero, ¿quién iba a pensar que se cometiese un atentado de tales características cuando el Gobierno colombiano había negociado o estaba negociando la paz con los diferentes frentes abiertos de guerrilleros y narcotraficantes?.
Casi nadie, pero el atentado era algo que se estaba estudiando desde hacía tiempo, no fue un atentado improvisado, tampoco un atentado realizado a la ligera. Hubo un modus operandi muy claro en un día muy señalado.
Un terrorista siempre irá un paso por delante de lo que va la policía a no ser que esta última maneje la información que necesita para adelantarse al terrorista.
El terrorista tendrá muy poco que perder y mucho que ganar a no ser que su atentado sea frustrado o inutilizado.
En el atentado de Bogotá faltó información y previsión. Información sobre la posibilidad de que un atentado pudiera cometerse y previsión ante la posibilidad de que un atentado fuera cometido, aunque las medidas de seguridad se reforzaran ese día, quizás se pensó que el atentado podía llegar en forma de tiroteo y no tal como ocurrió.
No realizo una valoración de como actuaron o dejaron de actuar las fuerzas de seguridad para evitar y/o repeler el atentado, solo deseo plasmar lo complicado que es adelantarse a un terrorista, quizás el pensar como ellos nos haga colocarnos a su altura, pero no podremos pasar por delante en el sentido de adelantarnos a lo que van a realizar en el momento y en el sitio previsto si no poseemos esa información. En España, una decisión política provocó que el atentado de Barcelona fuera donde ocurrió y esa decisión facilitó la labor que el terrorista quería llevar a cabo.
Pero como dije antes, la rutina es un enemigo a tener en cuenta en las labores de seguridad, el relajarnos porque nunca pasa nada no supone que estemos exento de que ocurra algo que dispare todas las alarmas.
Pero si a los procedimientos rutinarios le añadimos el fiarnos de todos y de todo, elaboramos un cóctel muy peligroso. Esto en materia de terrorismo suele acabar muy mal.
(1) https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/colombia-registra-fuerte-explosion-escuela-policia-general-santander-bogota-noticia-598467