Estimada Comunidad Internacional:
Soy África, sí, el segundo continente más grande del mundo, situado al sur de
Europa y separada por un estrecho, tan estrecho, que apenas alcanza los 15 Kilómetros, pero que parecen miles, a
tenor de las diferencias abismales que existen entre un continente y otro y que
bien nos podía aproximar alguno de los proyectos,
tipo túnel y/o puente, que tanto
tiempo llevan en estudio. Probablemente no debe de ser tan prioritario como el euro
túnel, de una longitud de 50,5 Kilómetros (39 submarinos), abierto allá por el
6 de mayo de 1994 y que une a Francia y Reino Unido favoreciendo el tránsito de
personas y mercancías entre isla y continente; qué bien nos vendría a nosotros ¡Sí, soy el continente que se define como diversidad y que se estudia
como unidad.
Tampoco el desierto del Sahara, el más cálido del mundo y el
tercero más grande, con 1.800 Km, s de longitud entre el mar Rojo y el Océano
Atlántico, favorece el contacto humano, al originar un subcontinente, el subsahariano,
que me fracciona en dos partes claramente diferenciadas.
Ni siquiera nuestro litoral nos ayuda en nuestras relaciones
personales y económicas, al carecer de puertos naturales o ríos navegables
desde el mar.
Si a lo anterior
unimos que las potencias europeas nos trazaron fronteras artificiales y porosas
podremos entender la afirmación que sobre nosotros hace el
analista Robert Kaplan en su
libro ¨La venganza de la geografía¨
al afirmar que la naturaleza ha colocado demasiadas piedras en mi camino.
Las décadas de los
60/70 del pasado siglo,
tras dos de colonizaciones, fueron los de nuestras independencias nacional, y nos dejasteis unas estructuras de estado
que sólo han evolucionado hacia la corrupción y a las trampas legales para
permanecer en el poder las élites que
vosotros orientasteis y que no han hecho más que ahondar en un reparto injusto de la riqueza y un aumento
de las desigualdades sociales. Así no es de extrañar que desde el año 2010
hasta ahora, se hayan multiplicado las protestas ciudadanas: podríamos estar en la primavera africana.
Somos 1.215 millones de
habitantes, con un elevado porcentaje de menores de 15 años (cerca del 40%),
repartidos en 55 naciones, cada una con su diversidad, con su cultura. Esa es
nuestra fuerza, nuestro futuro, si bien nuestra corta esperanza de vida (59
años de media) nos lastra.
No nos gusta emigrar y si lo hacemos obligados por
necesidades económicas, sociales o conflictos armados, nos dirigimos
mayoritariamente hacia nuestros centros urbanos más desarrollados y con el
único fin de poder volver un día a nuestra tierra. Europa, no es una opción
determinante como lo demuestra el dato de que en el año 2015, el 14% de las
llegadas a Europa, sólo unos 150.000,
fueron africanos; cantidad mínima si tenemos en cuenta nuestra población total.
Algo habrá tenido que ver también las dificultades que tenemos para seguir
empleando tanto la ruta del oeste, vía
Senegal, por la vigilancia de las autoridades de este país y de las de
Mauritania y Marruecos, como la central,
vía Mali, por los conflictos bélicos del país y la de Libia, por el estado
situación de este país tras la primavera árabe y que nos enfrenta a mafias que
nos degradan como personas. Con todo, seis de los diez países con más
desplazados y refugiados del mundo en el pasado año, tuvieron matiz africano
(Somalia, Sudán, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, República
Centroafricana y Eritrea.).Datos de ACNUR indican que en estos momentos atiende
a más de 4 millones de refugiados y a más de 12 millones de desplazados.
Según el Banco Mundial, mi continente es una de las
regiones del mundo con mayor crecimiento
aunque la senda iniciada está sufriendo una desaceleración (del 4,6% de 2014 al
3,4% del 2015), la renta per cápita es escasa y
aunque el índice de pobreza extrema ha caído del 57% en el año 1990 al
43% en el 2012, estamos en limites tan intolerables como injustos.
Somos ricos potenciales ya que poseemos el 75% del cobalto
mundial, el 46% de los diamantes, el 44 % del cromo, el 32% del magnesio y oro,
el 24% de los fosfatos, el 20% del uranio, el 18% de la bauxita, el 14% del
cobre y el 11% del petróleo, el 55% del cacao y el 19% del café, pero somos pobres reales. Parece ser que somos
incapaces de explotar nuestros propios recursos. Países como China, con su
penetración silenciosa, Estados Unidos, a través de asentamientos militares
estratégicos y la vuelta de Francia a sus zonas de interés, lo están haciendo
por nosotros.
La Unión Europea desarrolló, a principios del año 2004, la Política Europea de vecindad que prácticamente sólo ha quedado en una
declaración de buenas intenciones. No nos mandéis recursos financieros que se
pierden en el camino; prefiero que consolidéis proyectos.
También la huida de
capitales, que supone para mí una reducción de la inversión doméstica del
16%, así como los flujos financieros ilícitos, están lastrando el presente y el
futuro de mi continente; no olvidéis que
vosotros sois los colaboradores necesarios.
Tampoco en el aspecto
sanitario somos muy afortunados; así mientras en Europa Occidental hay 1,6
hospitales por cada 100.000 habitantes o en Asia Central de 3,4, nosotros
tenemos tan sólo 0,7 y respecto a médicos contabilizamos sólo 32 por cada
100.000 habitantes. Cierto que nos ayudáis cuando surge una epidemia como la
del ébola, pero nos abandonáis para salir de estas crisis que nos empobrecen
aún más.
También nos gustaría tener una representación mayor en Naciones Unidas, de acuerdo a nuestro peso mundial;
que atendierais nuestra propuesta de allá por el año 2005 y que consistía en
aumentar de tres a siete mis representantes en un Consejo de Seguridad que
pasaría a tener 27 miembros, de los que
dos serían con carácter permanente y por lo tanto con derecho a veto. Hasta hoy
la respuesta es nula, pero todo se andará.
Para concluir, no se me escapa la multiplicidad de conflictos armados que tenemos, algunos de ellos muy enquistados
y de difícil solución. Lo que vosotros denominasteis primavera árabe, que ha afectado fundamentalmente a mi ribera
mediterránea, lo único que ha conseguido es crear más desestabilización y en el
caso de Libia, un país ingobernable que de seguir así, tendré un conflicto como
el de Siria, y mayor desarrollo del terrorismo, del tráfico de armas y de
desplazados. Sudán del Sur, también
me preocupa ya que podría acabar como un estado fallido y ser la cápsula
iniciadora de una guerra civil más amplia en mi centro, que podría afectar,
fundamentalmente, a la República Democrática del Congo y a Uganda (con presencia
de grupos terroristas en frontera de Sudán del Sur y amenaza de Al- Shabaab).
Con todo, seguro que en los próximos años, mi continente,
será el escenario de algunos de los desarrollos más importantes a nivel
mundial, empujado por un crecimiento importante de su población, por la
modificación de sus modelos económicos y por la reconfiguración de mis estados. Ese es mi deseo y que más pronto que
tarde será una realidad.
Un saludo cordial. África.
Fernando Montoya Cerio