Capítulo del libro digital “Manual internacional para policías,
penitenciarios y Seguridad Privada” bajo la coordinación del Comisario
Ernesto Emiliano Santamaría, que fuera publicado en agosto de 2020, y
registrado con el número ISBN–978–987–86–5746-2, por la Asociación de
Capacitación de Seguridad Pública y Privada (ASCASEPP) inscrita con el número 591967.
Nos referimos al tratamiento que recibe el
terrorismo en nuestras comunicaciones a través de las tertulias, en los
distintos sectores profesionales y en los medios de comunicación social,
exponiendo nuestro punto de vista a fin de sugerir lo que a nuestro entender no
son las formas más adecuadas de relatar el fenómeno de la violencia terrorista,
proponiendo un sistema de comunicación común que pudiera contrarrestar la
narrativa de los violentos.
Nos adentramos en los medios de comunicación
social, haciendo referencia a la cultura de la imagen, al tratamiento y dificultad
informativa, así como a la subsistencia que hay entre los movimientos
terroristas y los medios, y su contribución a la producción de la sublengua
parasitaria que se está creando. Por otra parte, se postula por el
entendimiento de las culturas, por lo que pondremos de nuestra parte el
esfuerzo necesario para conocer la idiosincrasia islámica si queremos
entendernos.
PALABRAS
CLAVE
Terrorismo. Terminología. Contranarrativa.
Medios de comunicación social. Entendimiento cultural con el islam.
SUMMARY
We
refer to the treatment that terrorism receives in our communications through
social gatherings, in the different professional sectors and in the social
media, exposing our point of view in order to suggest what in our opinion are
not the most appropriate forms to report the phenomenon of terrorist violence,
proposing a common communication system that could counter the narrative of the
violent.
We
delve into the means of social communication, referring to the culture of the
image, the treatment and difficulty of information, as well as the subsistence
that exists between terrorist movements and the media, and their contribution
to the production of the parasitic sublanguage that is being created. On the
other hand, it is postulated by the understanding of cultures, so we will put
on our side the necessary effort to know the Islamic idiosyncrasy if we want to
understand ourselves.
KEYWORDS
Terrorism.
Terminology. Counter-narrative. Social media. Cultural understanding with Islam.
1.- INTRODUCCIÓN
El
poder de la imagen y los medios de comunicación
En nuestra sociedad la “cultura de la imagen” está muy arraigada, en la que un
individuo sin talento puede convertirse en un referente por medio de las redes
sociales. Las nuevas tecnologías hacen cada vez más fácil la
transmisión de información e incontrolada su difusión empleando simultáneamente
varios medios.
Los medios están sometidos a las diferentes
circunstancias editoriales y económicas, son empresas de un mercado, trabajan
para una audiencia que les permita el incremento de los ingresos publicitarios
y el prestigio, es la “información espectáculo” donde la violencia terrorista se
convierte en un eficaz instrumento en la pugna por alcanzar mayores cuotas de
mercad.
Existe una fuerte implicación de los medios
de comunicación social en lo concerniente al terrorismo, que necesita de su
participación activa para ser eficaz, y “a diferencia de los criminales
comunes, planifican los atentados para ofrecer mayor impacto visual a los
medios de comunicación, para asegurarse una gran cobertura mediática”, cuyo objetivo
no son las víctimas o los daños, sino que la sociedad o un determinado grupo se
sientan amenazados: “el terrorismo no quiere mucha gente muerta, sino mucha
gente mirando”.
La violencia es una forma de comunicarse con las
personas a quienes va dirigida, convirtiéndose así el terror en el medio para
conseguir sus objetivos, y los medios de comunicación en sus mensajeros. El
terrorismo emplea violencia extrema cuyo mayor impacto que genera es el daño
psíquico. El terror y el miedo causará en las víctimas sensación de
vulnerabilidad y desprotección y la exigencia a los gobiernos que actúan en su
defensa.
El
entendimiento entre las culturas
Con frecuencia la tendencia emocional
occidental hace de nuestra cultura el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos
de los demás, ejerciendo
una influencia negativa en el tratamiento mediático.
Si queremos entender y hacernos entender, parece
necesario y natural reconocer los códigos socioculturales que nos rodean, y en
este caso como la de cualquier otra civilización, habrá que estar
impuesto en el significado, desarrollo y realidad del islam, así
como la detección y prevención de la manipulación política, para alcanzar el
conocimiento de la cultura e idiosincrasia musulmana.
2.- LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL (MCS)
El
lenguaje parasitario
El islamismo está produciendo una lengua
parasitaria que se apropia de nuestras referencias lingüísticas y se asienta en
nuestra comunidad, constituyendo de hecho una “coranización” del discurso
público acorde a la retórica del islam clásico, y en particular al de los
periódicos del islamismo radical, así, hablar de Alá y no de Dios, es otra
forma de coranizar nuestro lenguaje.
El escenario de este lenguaje parasitario es
sencillo, sirva de ejemplo cualquier operación antiterrorista de la Guardia
Civil, cuando un periodista pregunta sobre algún detenido a cualquier vecino,
suele contestar que “era un joven de lo más normal”, expresiones que los medios
con bonita monotonía, repiten una y otra vez sin cuestionarlas, que implica
claramente la adopción del lenguaje como pretende el islamismo radical.
Cuando el sistema parlamentario va a legislar
sobre terrorismo, a menudo se observa que tiende a consultar exclusivamente a
los profesionales del Derecho, y excluye a otros profesionales como los de
filosofía, que bien pudieran explicar los conceptos desde otro punto de vista,
y así, ante estas ausencias por descuidos la sublengua parasitaria se va
imponiendo.
La información
en los medios sobre atentados
El terrorismo constituye un lenguaje violento
que requiere de la comunicación para poder subsistir, pero en ocasiones, los
medios de comunicación social han magnificado la violencia terrorista con
inclinación al sensacionalismo, beneficiándose con ello los violentos. El
terrorismo y los medios obtienen un provecho mutuo de subsistencia. La prensa,
la radio y la televisión sirven de altavoz gratuito, dado que la violencia
terrorista reúne todas las características de hechos noticiables. Informar
exige un periodismo riguroso, en la medida que la naturaleza y la
espectacularidad de los hechos tiende a distorsionar la capacidad de análisis generando
hipótesis y conjeturas que, además de precipitadas, entran en colisión con
criterios éticos. El atentado y las brutalidades son algo más que un
lenguaje violento, son actos de comunicación que buscan la conmoción para
convocar audiencia y cambiar las reglas.
Al Qaeda y el Daesh coinciden
en sus estrategias respecto al activismo mediático, y cuidan el mensaje y los
medios para su transmisión. Bin Laden reconocía que suponía más del 90% del
esfuerzo en la preparación para la batalla; y el Daesh avanzó incorporando las
redes sociales, mejorando la edición, creando un eficaz entramado mediático y
hasta secuestró y utilizó a un periodista como presentador.
El valor de cada atentado
no lo mide el número de muertos o sus efectos materiales; el criterio
definitivo se establece en términos de impacto mediático primero y psíquico
después. No trata de destruir las fuerzas enemigas ni de hacer inoperantes sus
medios, sino de humillar y quebrantar la voluntad de lucha, e influir sobre
los que tienen que tomar las decisiones, sondeando sus fuerzas morales y
físicas.
3.- HACIA UNA POLÍTICA DE
COMUNICACIÓN COMÚN
El uso de
los conceptos
Tal como señala Luis de la Corte (2006,58): “La simplificación excesiva en las explicaciones del terrorismo es una
tentación a la que los políticos, los medios de comunicación y los ciudadanos
sucumben con facilidad y contra la que tampoco están inmunizados los
académicos. En sus formas más imprudentes estas simplificaciones ofrecen
explicaciones del terrorismo basadas en un solo tipo de factores causales,
describiendo un atentado como un acto de locura, la acción de un fanático o por
la injusticia del sistema político y económico mundial. Estos clichés son
útiles para ratificar prejuicios pero no para comprender y analizar el fenómeno
desde una perspectiva científica”.
Los terroristas se creen soldados en una guerra justa, y en nuestro
enfrentamiento, muchas veces lo que hacemos es reforzar esa percepción. Lo
hacemos cuando hablamos de “guerra”, incluso de “guerra global”, habiendo
llegado también a hablar y escribir mezclando religión y política, como “cruzada
contra el terrorismo”. En concreto, hemos contribuido a que la finalidad del
islamismo rigorista (llevar el islam a la política reemplazando los Estados
laicos por Estados islámicos) se reafirme. Así, en nuestro lenguaje y manera de
comunicarnos, cuando decimos “guerra”, “comando”, “brazo militar”, ..., estamos
consolidando esa percepción que tienen de sí mismos los terroristas como “soldados”.
La batalla contra el terrorismo se empieza a perder en las tertulias y en
los medios de comunicación. Al adoptar su terminología en forma consciente o
por error, mostramos a los terroristas de la manera que pretenden, y a su vez,
les permite controlar la forma en que hablemos de ellos.
Al terrorismo hay que hacerle frente sin banalizaciones, y nunca
utilizar conceptos que beneficie los objetivos de esos execrables delincuentes. La retórica de los islamistas radicales
se palia con el conocimiento de los principios que rigen la cultura islámica,
debiéndose utilizar aquellos conceptos que contrarreste el discurso de los
movimientos terroristas.
Conceptos del “islam clásico”
Estimamos que no
debiera utilizarse conceptos del “islam clásico” como si fueran sinónimos,
porque en realidad suelen asociarse fácilmente con el terrorismo, palabras como:
árabe, islam, islámico, musulmán, yihad, …, por lo que pareciera necesario difundir y
dar a conocer la cultura y lo que realmente representa el islam, siendo a su
vez recomendable conocer en profundidad lo que representan los términos
mencionados anteriormente, y conocer el sistema económico, los conceptos halal
y haram, y la sharía (ley islámica).
Etimológicamente el árabe procede de la Península Arábiga, y de forma genérica, es
todo aquel que habla la lengua árabe, así, el dominio de la
lengua es un capital simbólico para el musulmán común, porque les da acceso al
saber religioso, aunque no
todos los musulmanes son árabes, ni todos los árabes son musulmanes.
El islam no es solo
una religión, sino que constituye todo un sistema político teocrático completo
(modo de vida), supuestamente ordenado y regulado por Dios en sus más mínimos
detalles a través del Corán, la ley islámica o sharía (sharl'a) y el fiqh
(metodología legislativa). Musulmán es quien acata la voluntad de Dios y
procura evitar aquello que prohíbe, siendo la sumisión y la obediencia a Dios
la base fundamental del islam.
La yihad implica la
idea de esfuerzo, aplicarse, efectuar una labor especialmente difícil, y luchar.
El islam
clásico interpreta a la “yihad menor”, como una de las obligaciones
fundamentales que debe realizar
todo musulmán, y que consistiría en combatir todos los ataques que
reciba las tierras del islam desde el exterior; y la “yihad
mayor” implica el deber de todos para divulgar la fe musulmana, representando
el esfuerzo personal para ser mejor musulmán, mejores padres, esposos o persona,
buscando lograr o mejorar una vida digna en sociedad.
Conceptos
ofensivos para el islam
Estimamos que no debe utilizarse conceptos que
en muchos casos estigmatizan u ofenden al conjunto de los musulmanes, porque se
desvían de la tradición de su cultura con palabras como “fundamentalista”,
“integrista”, “yihadismo”, ….
En nuestra civilización, el fundamentalismo
nos traslada a la búsqueda de los principios básicos de la religión, un retorno
a los fundamentos, cuestión que para el islam se identifica con el salafismo, y
que según el imam Riay Tatary (2007), fallecido
recientemente, en la cultura musulmana se refiere a “un sabio en los
fundamentos del islam.
Los musulmanes no
utilizan el concepto “integrista” para tipificar a sus radicales, cuyo término es una
de las “denominaciones mediáticas” que más rechazo ha generado en el ámbito
musulmán, cuando su origen está en la doctrina tradicionalista del cristianismo
católico europeo.
Sobre la “yihad”, la “internacional islamista radical” se ha
apropiado del término y su significado, lo cual le ha cargado con una impronta negativa su
verdadero sentido, y
a su vez el concepto “ha sido deformado y tergiversado en Occidente” como apunta el imán Alí Reza (2002).
El vocabulario
que amplifica el terrorismo
Estimamos que no debe utilizarse terminología
que podría amplificar y/o enaltecer la retórica del terrorismo como los
conceptos de: “combatiente” (Foreign Terrorist Fighter “FTF” -en lengua
inglesa-), “estado islámico”, “organización”, “reclutamiento”, … .
El combatiente es un soldado del ejército de
los estados democráticos, y por tanto protegido por las leyes de la guerra.
Reclutamiento y movilización, es el sistema de ingreso del personal en los
ejércitos; y por otra parte, la Asociación Contra el Cáncer, es una de tantas
organizaciones creadas para fomentar el bien común, no pareciendo justo que a
una banda criminal con fines ilícitos como coaccionar, atormentar, aterrorizar
y asesinar, merezca el mismo tratamiento.
Voces
extravagantes
Tampoco estimamos la utilización de voces
extravagantes como atentados “low cost” (bajo costo), “lobo solitario”, “radicalización
express”, …,
porque al terrorismo hay que hacerle frente sin
banalizaciones, y nunca utilizar terminología que beneficie los objetivos e
intereses de las bandas armadas.
“Low cost”, se trata de un término
mercadotécnico que banaliza la delincuencia terrorista. Los atentados no son de
“bajo costo” sino realizados
con capacidades blandas o de poca sofisticación operativa.
“Lobo solitario” conlleva juicio de valor y proyecta cierta épica,
mística y heroicidad que produce efectos malvados entre los islamistas;
considerando que utilizar términos neutros como ‘terrorista autónomo’, podría
constituir un recurso preventivo, de contención o que podrían revertir procesos
de radicalización violenta.
“Radicalización express”,
es un término mediático
extravagante que banaliza la delincuencia terrorista. Quienes lo utilizan
suelen relacionarlo sin base analítica alguna, con las redes sociales e
impactantes imágenes violentas procedentes del “califato”.
Sugerencias
En base a lo expuesto, sugerimos que sería
bueno sustituir la terminología que parecen amplificar y/o enaltecer el
terrorismo por términos que se exponen a continuación:
·
Banda
terrorista, movimiento y/o milicia para la “organización”.
·
Captación
para reclutamiento.
·
“Daesh”
para “Estado Islámico”, “ISIL” e “ISIS”.
·
“Rigorismo
islamista suní” para los extremistas.
·
“Terrorismo
autónomo” para los “solitarios”.
·
Terrorista,
insurgente, miliciano y/o muyahidín para “combatiente”
* INFORME sobre tratamiento del terrorismo “Contranarrativa al terrorismo islamista” (07/07/2020), que se argumenta con especial atención sobre los medios de comunicación social, aportando argumentos tendentes hacia una política de comunicación común.
El texto está contenido como capítulo del libro digital “Manual internacional para policías, penitenciarios y Seguridad Privada” bajo la coordinación del Comisario Ernesto Emiliano Santamaría, publicado por la Asociación ASCASEPP, en agosto de 2020, ISBN–978–987–86–5746-2.
La colaboración fue requerida por Ernesto, y a sabiendas que se trataba de un trabajo en elaboración, fue integrado en el manual, que por entonces contenía 2.944 palabras (9 páginas). La investigación siguió su curso y ya a 18/11/2020 en período avanzado lo forman 13.012 palabras.
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