ETA Bietan Jarrai: ‘Hay que utilizar
la fuerza con inteligencia, no la fuerza bruta’ Mikel Albisu, 'Antza' (Foto: El Independiente, 25/12/2016).
INTRODUCCIÓN
ETA (Euskadi Ta Askatasuna), como proyecto
ilegítimo de dominación social, totalitario y etnicista, nace en Bilbao en
1959, tras la separación de las juventudes (EGI) del Partico Nacionalista Vasco
(PNV), y en sus inicios imita los movimientos de liberación nacional de
Argelia, Vietnam o Cuba y, adopta una estrategia de lucha armada basada en el
esquema acción-represión-acción.
En su origen, no hubo mujeres en ETA, fue a
partir de los años 60’s cuando se produce la incorporación femenina pero
siempre en labores de infraestructura, y ya en los 80’s, era habitual la
presencia de la mujer en los comandos involucrada directamente en la violencia
terrorista.
La antropóloga Begoña Aretxaga (1960-2002),
en su estudio (1988) sobre los funerales en el nacionalismo radical vasco, señalaba
una actuación subordinada de la mujer, que en el contexto nacionalista su participación
en estas actividades que pueden considerarse como políticas, no estaban en
función de sí mismas, de sus creencias o principios políticos, sino en función
de una relación familia afectiva con sus hijos, hermanos, marido o novio, no
actuando desde ellas mismas, sino como familiares.
Por el contrario, también señala Aretxaga (1988) que,
‘la actuación de los hombres, parte de sí mismos, de sus principios e intereses
y se proyecta abiertamente en la acción política’. ‘En el contexto de la
izquierda abertzale los hombres encarnan la imagen del gudari, del héroe que
está dispuesto a darlo todo por la patria. Los muertos, los presos, los
refugiados, constituían en la representación mental abertzale una imagen
masculina.
LA
INTEGRACIÓN DE LA MUJER
Jone Dorronsoro, Itziar Aizpurua, y Arantza
Arruti, juzgadas en diciembre de 1970 en el Proceso de Burgos, fueron las
referentes para que la mujer se integrara en ETA. Ellas crearon en las féminas
abertzales la sensación que había un hueco en la banda terrorista que deberían
cubrir. El juicio fue un acontecimiento clave, pues además de la coyuntura en
ese momento de fuerte impacto político, sería cuando por primera vez y de forma
pública, se visibiliza la militancia femenina en la banda terrorista. Jone fue
condenada a 50 años de prisión; Itziar a 15, y Arantza fue absuelta.
El impacto emocional ha sido clave para
enrolarse en ETA: la muerte de un compañero o vecino, la detención de un
familiar, y para algunas mujeres la idea de “ser mujeres libres” alejadas del
hogar familiar, como amas de casa, madres o esposas, pero la
mayoría de las mujeres llegó a la militancia etarra por tener estrechos
vínculos afectivos con algún varón, pero es verdad que la mujer se integró en
ETA en igualdad con el hombre con sangre, además de activar y dinamizar los
comandos.
No existe un estereotipo de mujer etarra,
como tampoco lo hay de hombre, porque tampoco hay un modelo constante de
conducta, pero lo cierto es que ETA registra, al menos, a veintitrés mujeres
autoras materiales de asesinatos, quedando
atrás esa imagen en cementerios de madres apenadas, que durante años ofreció la
mujer del complejo etarra, y que el entorno nacionalista siempre se las
conceptuó como “guardianas de la llama".
EN LA
CÚPULA DEL PODER
Fotografías de izquierda a derecha:
1: Dolores González (Yoyes) (El
Correo 30/09/2007).
2: Elena Beloki (web de la Fundación
Iratzar, 2020).
3: María del Carmen Guisasola (Javier
Hernández, El País, 06/05/2016).
4: María Soledad Iparraguire (La
Razón, 03/09/2019.)
Aunque el hombre ha sido quien ha dirigido
ETA, hubo mujeres que tocaron la cúpula del poder, así: Dolores González
Catarain (Yoyes) y Elena Beloqui Resa tuvieron responsabilidades en la
dirección de la banda criminal. María del Carmen Guisasola Solozabal, que fuera
coordinadora de los comandos liberados (1989-1990); y María Soledad
Iparraguirre Guenechea (Anboto), que en 1992 se hizo cargo de los comandos
legales (no fichados policialmente), y que como mujer, después de Yoyes ha sido
la de mayor peso específico y única en dirigir el aparato militar; de las que
de todas ellas resumimos los más relevante de su historial:
Dolores
González “Yoyes”
Yoyes no participó en ningún atentado mortal;
y a la muerte de José Miguel Beñaran “Argala” (21/121978), se hizo cargo del
aparato político de ETA, siendo la primera mujer en acceder a la cúpula. A
finales de la década de 1970, se empieza a distanciar de la banda, y en 1980,
por diferencias notables, se marcha a México. En su diario escribió: ‘como voy
a apoyar a un HB convertido en payaso de un militarismo fascista?’.
Yoyes abandona ETA y vuelve a Ordizia en
noviembre de 1985, acogida a las medidas de reinserción en forma discreta, pero
ETA y Herri Batasuna realizaron campaña en su contra, tachándola de traidora,
chivata y asesina en sus pintadas. Así, el 10 de septiembre de 1986, cuando
contaba 32 años, Yoyes fue asesinada en la plaza de su pueblo natal cuando
paseaba de la mano de su hijo Akaitz (con poco más de tres años). José Miguel
Latasa, se encargo de señalarla para que José Antonio López Ruiz (Kubati), a
sangre fría y a quema ropa le disparara cuatro tiros letales.
Kubati se acercó a Yoyes, y le pregunta: ¿“Tú
eres Yoyes”?, respondiéndole afirmativamente. ¿“Sabes quién soy”?. “No”,
replicó ella. “Soy de ETA y vengo a ejecutarte”. Yoyes se abalanzó sobre
Kubati, quien le dispara tres tiros que le alcanzan en el muslo y en el tórax,
y al caer al suelo el pistolero la remató con un disparo en el cráneo.
Entre la documentación incautada por la Benemérita,
había una carta fechada en París (08/10/1985), que escribió a modo de testamento,
que decía: ‘tengo la firme convicción de que mi seguridad personal no peligra por
el lado de las Fuerzas de Seguridad españolas […]. Por tanto, afirmo que la
responsabilidad de mi muerte corresponde a ETA’. Yoyes desestimó la ‘protección
discreta’ que le ofreciera la Guardia Civil.
Elena Beloqui
Elena, fue la segunda mujer que
ocupó un puesto en la cúpula de ETA, a través del aparato político del que
formó parte junto al que fuera su compañero sentimental Antonio Urruticoetxea (Josu Ternera). Fue responsable del aparato
internacional, y de comunicación en Xaki (la red internacional), tuvo
responsabilidades en el aparato logístico, y daba cobertura logística a los
huidos de la justicia.
Elena
es natural de Areta (Álava). Se le atribuye integrarse en ETA (1978) a través
del comando Pagaza,
y tras adquirir habilidades para la falsificación de documentos de
identidad, se posiciona como liberada y miembro de apoyo del comando Araba, huyendo (1981) a Francia tras su desarticulación. Al comando se le atribuyen
los asesinatos en Amurrio (Álava) del militante de UGT Joaquín Becerra Calvente
y Félix Galindez, ambos atentados reivindicados por ETA, en la actualidad sin
esclarecer, y cuyos sumarios se encuentran, el de Calvente sobreseído desde
septiembre de 2014, y el de Galindez en “sobreseimiento provisional”. A su vez, Estanislao Galindez (hermano de
Félix), también fue asesinado en Amurrio
por el etarra del comando Araba, Juan Carlos Arruti.
En 1989, fueron detenidos en Bayona, Elena y Josu Ternera,
acusados de frecuentar la base logística
de Saint Pee sur Neville, donde ocultaban el listado de colaboradores, armas,
explosivos y planes para atentados. La fiscal Carmen Tagle participó en París,
en los interrogatorios a Elena, Santiago Arróspide (Santi Potros), y Josu
Ternera, y a los cuatro meses fue asesinada la fiscal, para lo que fueron
decisivos esos interrogatorios según Henri Parot, el autor material del crimen.
Ya en España, salió en
libertad provisional (2008) para someterse a un tratamiento de fertilidad, con
la posición en contra de la Fiscalía y la Asociación de Víctimas del
Terrorismo; y en 2016, a sus 55 años de edad, Elena
Beloki queda en libertad tras haber permanecido 11 años en prisión (3 en
Francia), habiendo sido fiel a la disciplina etarra durante 38 años; y ahora, encuadrada
en el organigrama de Sortu (2018); y responsable internacional de Iratzar (2020).
María
del Carmen Guisasola
Formó parte de los comandos Gorrochategui y
Vizcaya (1982-1989), y desde Francia fue extraditada a España (01/03/2001). En
2008 se acogió a la “Vía Nanclares” de reinserción; y tras permanecer 24 años en
prisión, queda en libertad (24/11/2014) desde el centro penitenciario de
Zaballa (Álava).
En una entrevista concedida a Luis R Azpiolea
(El País, 02/11/2015), señalaba que fue expulsada de ETA en
1998, tras
suscribir junto a otros compañeros en una cárcel de
Francia; el
manifiesto Txelis “Nos ilusiona lo de Irlanda”, que de forma clara y rotunda
apostaban por el fin de la lucha armada. María del Carmen, previamente a la
firma del manifiesto, formuló por carta serias críticas a la cúpula etarra y a
la dirección de Herri Batasuna.
En su reflexión, María del Carmen, reconocía que lo que más le afectó fue el atentado contra Irene Villa, y se lamentaba no poder volver atrás,
señalando que
la ‘izquierda abertzale’ debe admitir que el dolor causado fue injusto, y asumir
responsabilidades políticas, porque hubo quien teorizó sobre la lucha armada,
pero escudándose en no practicarla y hoy está sentada en puestos relevantes, señalando que Arnaldo
Otegi (2016), secretario general de Sortu, "no tiene similitudes" con
Nelson Mandela sino que representa la "vía contraria".
María Soledad
Iparraguirre
A María Soledad, se
la integra en la cúpula etarra en 1992, en virtud de la detención en Bidart (Francia)
de Francisco Mujica (Pakito), José Luis Álvarez (Txelis) y José María Arregui (Fiti),
coincidiendo con el inicio de su relación sentimental con Mikel Albizu (Mikel Antza),
el último líder con carisma. Además de haber dirigido el aparato militar, también
fue responsable de finanzas (2004), y desaparece de la troica en 2011 tras la
muerte de José Luis Arrieta (Azkoiti).
María Soledad formaba parte de la línea dura
de ETA. Se la conoce por su radicalidad extrema al liderar las posturas más
radicales e intransigentes, se le atribuye la redacción de un manual de pre
militancia, y que solía decir: “zapatos negros y barba de dos días, mátalo que
es policía”.
En 2004, en Salles de
Bearn (Francia), María Soledad y su pareja sentimental Mikel Antza, fueron
detenidos en una villa en la que guardaban armas y dinero, por lo que fueron
condenados (diciembre de 2010) a 20 años de prisión. Como consecuencia de
la detención, el Ayuntamiento de Escoriaza con el apoyo del Partido
Nacionalista Vasco, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua, hizo pública su
preocupación por el trato que los terroristas pudieran estar recibiendo.
Cumplida su pena en Francia, el 04/09/2019, es
entregada a la Audiencia Nacional quien ordena su prisión incondicional y queda
procesada por 14 asesinatos, y entre ellos, se le atribuye la participación con pistola
en el asesinato del cartero de Amurrio Estanislao Galindez, cuando en bicicleta
se dirigía a su puesto de trabajo.
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